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  • Foto del escritorAlexander Dluzalt

jinete y equino, caninos

Para el Festival Internacional de Performance Corporea, en la Ciudad de Zacatecas, realicé una procesión para inaugurar el programa de performances.

Mi papel, el de un turista, un extranjero que porta signos y acciones sin asimilarlas, elementos culturales que abraza sin que le pertenezcan, un conquistador que llega a tierra ajena para "descubrir" y "fundar".

La procesión inicaba en Plaza Bicentenario, sitio concurrido en orilla del centro de la ciudad, que celebra la Independencia de México del dominio español en lo que fuera La Nueva España. En mi papel de extranjero, vestí una Kurta negra, prenda usual en India y Medio Oriente, usada por practicantes del Islam al ser una pieza holgada y sencilla. Usaba también un pantalon negro y una playera negra colocada en la cabeza a modo de pasamontañas, un doblaje usado por grupos anarquistas, es común ver en protestas a personas que cubren su rostro con ropa como una camisa que traigan puesta. La planta de mis pies y palma de mis manos, las pinté con henna, un pigmento hecho de la flor de alheña, con el que mujeres en India se hacen pintar meheendis el día de su boda. En la espalda cargaba una mochila de viajero con estampado militar, de la cual estaban amarrados ocho globos de colores, cada dos con un dibujo representacional de uno de los cuatro conquistadores: Juan de Tolosa, Cristóbal de Oñate, Baltazar Temiño de Bañuelos y Diego de Ybarra, quienes "fundaron" en 1548, Real de Minas de Nuestra Señora de los Zacatecas.

Cargaba en las manos un tubo de fierro de tres metros donde, de un lado portaba una tela a modo de bandera, color verde millitar donde podía leerse "DANGER; CYNICAL; TOURIST" y, del otro lado del tubo, finalizaba este en un selfie-stick, con un celular donde con la cámara frontal me fotografíe repetidamente durante todo el performance.

El evento comenzó en la plaza donde ondeé la bander a fin de hacerla visible y camine al otro extremo, ahí coloqué el celular en el selfie-stick y comencé el registro. Los asistentes al evento por parte del festival, así como curiosos transeuntes se unieron a la procesión, yendo al frente, deteniendo el tráfico para caminar en medio de la calle. La segunda parada fue el jardin Independencia, haciendo una reverencia a cada uno de los cuatro puntos del monumento dedicado, nuevamente, a la independencia de México.

Al llegar a Avenida Hidalgo, monté en burro, Cleotilde, una burra que cada mañana porta el aguamiel que Don Juan produce en la sierra de Zacatecas. Los burros aguamierleros aún se ven en algunos pueblos y son parte de un ritual matutino de beber el aguamiel en el centro de Zacatecas, sobre Cleotilde, guiada por su dueño, fuimos hast la tercer parada, la Fuente de los Consquistadores, un monumento antiguo que celebra a los fundadores de la ciudad. Al llegar ahí, descendí de Cleotilde y entré a la fuente, donde se despintó el rojo de mis pies por la henna y, donde en cada uno de los cuatro sentidos de la fuente, dedicada a cada fundador, rompí el globo correspondiente a su representación de estos personajes.

Desarmé la bandera y la usé como capa, volví a montar en la burra aguamielera y nos dirigimos hasta el punto final, la Ciudadela del Arte, donde se llevaron a cabo el resto de los performances.

Este ser, turista canino, cínico, adopta costumbres, tradiciones, signos y elementos que peretencen a otra cultura y la transforma en otra, la cultura del extranjero, un conquistador en potencia capaz de fundar ciudades, ideas, comunidades, prácticas y rituales, así como nuevos signos, que pueden ser también transformados.

Yo como mexicano nacido en Cuernavaca, Morelos, soy también un extranjero en Zacatecas. Tomé signos de mi vida diaria y de mis viajes; el Islam practicado por mi hermana, el militarismo que ejercío mi abuelo, la Kurta que usaba con amigos Indios, la burra aguamielera de Zacatecas, un selfie-stick de todo turista, el pasamontañas del anarquista que interpreté en la obra teatral de Máquina Hamlet y un largo etcétera que me llevó a sumar todos los signos en un performance a modo de peregrinación-procesión, práctica usual en Zacatecas como en todo México con motivos religiosos, un ritual participativo que modifica el espacio citadino.

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